Justo hoy es el día de mi primer aniversario como profesora certificada de los 5Ritmos de Gabrielle Roth. Me encuentro emocionada y muchos recuerdos se me amontonan en el pecho, la cabeza, en las puntas de los dedos de los pies.
Me surge contar un poco, en este primer post, cómo descubrí la práctica de los 5Ritmos, cómo entró en mi vida (¡o yo en la suya!) esta sencilla y a la vez inmensa y profunda práctica que amo y se ha convertido en mi profesión y mi vida.
Yo tenía 20 añicos y acababa de pasar una adolescencia complicada, con mucho conflicto con mis padres y mucha dificultad de encontrarme y cuidarme. Una época autodestructiva con mucha ira, caos y agresividad hacia mi entorno cercano. Desde pequeñita había bailado. Ballet desde los 3 años que dejé a los 12, luego baile moderno, funky y jazz hasta los 19 y un picoteo variado entre medias de danza del vientre, capoeira, salsa, etc. El baile siempre fue mi lugar de desconexión y re-conexión. Los profesores, en cada ámbito, siempre alabaron mis cualidades físicas y expresivas. Era un lugar, el de lo físico y el movimiento, donde me sentía alguien, donde formaba parte e incluso llegaba a gustarme. Justo empecé la carrera en la Universidad y dejé de bailar. Fue un vacío tremendo. No sabía muy bien qué era y no encontraba la forma de llenarlo.
Y en esto que mi madre cumple 50 años y decide irse con unas amigas a probar los 5Ritmos a Barcelona con un profesor extranjero que a veces ofrece talleres en España. A la vuelta le habíamos preparado una fiesta sorpresa muy bonica. Recuerdo confetis al salir del tren, una cena muy rica en casa, tarta de lima…mmm…y un vídeo en su honor con fotos desde su nacimiento. Muy bonico y emotivo después de una dura época anterior.
Al final de la celebración nos contó su experiencia en el taller. Un lugar que, después de años en otras prácticas corporales (bioenergética, biodanza, bailes de salón…), le encantó por el espacio de libertad que ofrecía, por ser un trabajo de verdad desde el cuerpo en el que no se ponía por delante quién o qué eras, a qué te dedicabas y qué te había llevado a la pista. Sólo tu propio movimiento y respiración en el momento.
Mi hermana y yo nos miramos con cara de: “Ya está mamá con sus cosas raras” y ella, que siempre me ha conocido hasta lo más profundo y guiado desde la sombra muchas veces, comentó algo como: “No creo que sea para vosotras”. Buena estrategia para que, en ese momento, me interesara muchísimo esa práctica con pinta Hippy New Age extraña de los 5Ritmos. Al mes siguiente nos fuimos a La Coruña mi hermana y yo a participar en un taller de fin de semana de 5Ritmos como regalo de cumpleaños.
La verdad es que mi recuerdo es de una experiencia extraña que no alcancé a comprender pero que me hizo querer seguir profundizando. Al llegar todo el mundo estaba danzando a su bola (yo nunca había practicado danza improvisada de ningún tipo), y el profesor estaba en su mesa de DJ sin decir nada hasta que pasó más de una hora. Al principio sentía vergüenza, descoloque, me preguntaba “¿Qué **** hago aquí con esta panda de tarados en una rave matutina sin drogas?”. La música me gustó mucho y finalmente no pude más que rendirme a la danza y dejarme llevar. Volví a recordar lo que el baile me aportaba y ¡cómo de importante era mi cuerpo para mi salud física, mental y emocional! Y tuve más agujetas que en mi vida. Recuerdo lo duro que era hacer el más mínimo movimiento. El lunes después de ese fin de semana me dolían hasta las pestañas.
Eso sí, sentí que acababa de abrir un nuevo y apasionante camino personal y no sabía a dónde me llevaría.
Hoy le estoy infinitamente agradecida a mi querida madre por este inmenso regalo, por su guía, su generosidad y su sabiduría infinita. Y a mi hermosa hermana con la que tengo la suerte de compartir esta maravillosa práctica y que me acompaña siempre, ya sea de cerca o lejos.